lunes, 29 de junio de 2009

[otro intento de cronica]

este es algo que había escrito las vacaciones pasadas, y ahora revisándolo lo modifiqué un poco a ver si funciona como crónica.

dosmilocho

Salíamos poco de noche. En sevilla solo nos tomábamos algunas copas escuchando las historias de mi prima y su esposo que nos hacían creer en ese entonces que en realidad si se podá vivir felizmente enamorado y que capaz algún dia lo conseguiríamos, y a la vez nos hacia pensar de lo lejos que estabamos de lograrlo.

En madrid llegabamos muy cansadas y nos sentábamos a comer con Zory y su hijo. Veíamos peliculas en la tele y en realidad casi no hablábamos de nosotros mismos, tanto asi que Zory trabajaba en casa y realmente nunca pude precisar en qué. Sé que era algo relacionado con tratamientos de estética pues en el pasillo junto a la puerta de mi habitacion había un gran cartel que decia: "Angels Touch. centro de estética".
Pasábamos ratos en el cuarto hablando de tonterias del dia. A veces imaginabamos como eran las clientas de Zory, pues las escuchábamos todas, mas nunca vimos alguna.
La noche antes de irnos a Barcelona llegó una amigo de Santander.
Dormimos toda la tarde (ella sí, yo traté por una hora y luego los dolores de cabeza a causa de los recuerdos no me dejaron conseguir descanso).
Luego fuimos a buscarlo (al amigo de Santander) a la estación con el hijo de Zory. Caminamos por los alrededores de Chanmartin. Caminamos tanto que ya ni sabia donde estábamos. Tomamos una copas, el hijo de Zory y el visitante se cambiaban de mi lado de la mesa al de ella una y otra vez, se hacían señas, yo las ignoraba.
El recién llegado se llamaba David. El hijo de Zory: Mario, David y ella eran amigos de infancia.
Ninguno de ellos se hablaba en años, excepto David y Mario.
Se reían de los cuentos de cuando todos vivían en la misma cuadra.
Una calle con una pequeña redoma y por lo que pude entender alrededor de ocho edificios llenos de chicos. Todos bajaban y jugaban a la calle.
Yo no participé mucho en la conversación, como era de esperarse. Yo crecí casi toda mi vida en otro zona completamente opuesta a donde ellos habían vivido. Me perdía en sus cuentos a veces me los imaginaba. Otras simplemente estaba ausente.
Esa noche nos acostamos alrededor de las cinco. Tratamos de alargar la noche más que se podía. Pero estuvo llena de huecos. Al acabarse los cuentos de infancia ya poco habia de qué hablar y ella no es muy buena para conversación con adultos.
Dormimos dos horas y luego David nos acompañó a la estación de bus, tomamos algo, nos despedimos. Nos montamos en el bus. Jamás volvería a ver a David o Mario. Ella también lo sabía. Luego dormimos.

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